Ojalá seamos dignos de la desesperada esperanza.
Ojalá podamos
tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar
juntos, porque de nada sirve un diente fuera de la boca, ni un dedo
fuera de la mano.
Ojalá podamos ser desobedientes, cada vez que recibimos órdenes que humillan nuestra conciencia o violan nuestro sentido común.
Ojalá
podamos ser tan porfiados para seguir creyendo, contra toda evidencia,
que la condición humana vale la pena, porque hemos sido mal hechos, pero
no estamos terminados.
Ojalá podamos ser capaces de seguir caminando
los caminos del viento, a pesar de las caídas y las traiciones y las
derrotas, porque la historia continúa, más allá de nosotros, y cuando
ella dice adiós, está diciendo: hasta luego.
Ojalá podamos mantener
viva la certeza de que es posible ser compatriota y contemporáneo de
todo aquel que viva
animado por la voluntad de justicia y la voluntad de belleza, nazca
donde nazca y viva cuando viva, porque no tienen fronteras los mapas del
alma ni del tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario